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Categoría: FE

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Llamados a ser santos!

Así como decimos que “al cielo se llega en bola”, acompañados de nuestros amigos que, con sus oraciones y su testimonio, nos impulsan y motivan, también hay amigos que están en el cielo. Ellos, con su historia de vida, nos recuerdan que nosotros también podemos alcanzar el cielo y, como ellos, llegar a la santidad.

Antes pensaba que los santos eran algo ajeno a nosotros, un ideal inalcanzable, y que, por no ser contemporáneos nuestros, la santidad quedaba fuera de nuestro alcance. Sin embargo, con el tiempo he descubierto sus historias de vida y sus caminos de fe, que han sido luz para el mío.

¡Qué locura pensar que tenemos amigos en la tierra y en el cielo que interceden por nosotros! Ellos nos recuerdan constantemente que, al igual que ellos, también estamos llamados al cielo. Dios nos quiere y nos sueña santos.

Cada camino de santidad es único. El camino de conversión de cada uno de nosotros nos invita a confiar en que Dios hace nuevas todas las cosas. Cuando somos dóciles y le damos ese “sí” desde el amor y la confianza, suceden cosas grandes en nuestra vida.

Dios escribe derecho incluso en renglones torcidos. ¡Es que me vuela la cabeza pensar en las oportunidades de amor y misericordia que Él nos da todos los días para alcanzar el cielo!

En mis momentos de oración, me gusta imaginarme sentado en una mesa redonda con Jesús, María, el Espíritu Santo y mis amigos los santos. Esos amigos celestiales, con su intercesión y testimonio, me recuerdan que Dios es un Dios de promesas, y que cuando pone algo en nuestro corazón es porque es posible, porque nos dará los medios para lograrlo.

Hoy quiero invitarte a recordar que estamos llamados al cielo y que nos espera una eternidad llena de gozo en la presencia de Dios. Sigamos caminando juntos, “en bola”, pidiendo por la intercesión de nuestros amigos del cielo, porque ¡LA SANTIDAD ES POSIBLE Y ES HOY!

creados para ser santos
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Creados para ser SANTOS

¡Qué locura cuando decidimos soltar el control y confiar plenamente en Él! Estos últimos días he tenido la oportunidad de reflexionar profundamente sobre las veces en que, genuinamente, he soltado el control y cómo Jesús me ha sorprendido con algo más grande. Esto aplica para todos los aspectos de nuestra vida. Cada día que pasa me queda más claro que fuimos creados para ser santos y que Jesús quiere que, mientras estemos aquí, nuestro camino sea llevadero si lo recorremos de su mano.

Así como Pedro caminó sobre las aguas, todo iba bien hasta que desconfió y cayó. ¿Cuántas veces no hemos sido como Pedro, llenos de miedo, desconfianza y terminamos cayendo? Sin embargo, Jesús, sin importar cuántas veces caigamos, siempre está dispuesto a levantarnos. Ojalá tengamos las agallas de Pedro para decirle: “¡Sálvame, Señor!”

Estoy segura de que Jesús toma nuestro “nada” y lo transforma en “todo” y en algo enorme, porque así es Él. No sabe dar poco; da a manos llenas. Nos enseñan muchas cosas en la vida, pero pocas veces nos enseñan a confiar plenamente en Dios.

La realidad es que, cuando le entregamos todo sin reservas, nos sorprende con algo mejor. Dios sabe todo de nosotros, pero no es lo mismo que lo hagamos partícipe de nuestra vida. Él es un caballero, no irrumpe; al contrario, espera pacientemente y se alegra profundamente cuando lo invitamos a entrar en nuestro corazón.

¿Qué ves en mí que no me sueltas?
A pesar de nuestros tropiezos y defectos, no nos suelta. Su amor y misericordia son tan grandes que no se pueden explicar. Él no nos pide un corazón perfecto, sino uno dispuesto a dejarlo obrar en nosotros.

No somos dignos de ti, pero te necesitamos…

Hace unos meses tuve el regalo de visitar la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, y mi corazón no podía con la belleza del lugar. Haber tenido la oportunidad de contemplar a Nuestra Madre y a Jesús Eucaristía fue una experiencia única. Experimentar el amor de Madre e Hijo envuelve el alma, y recordar ese momento hace que mi corazón vuelva a experimentar ese gozo inexplicable.

El corazón de Dios
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El corazón de Dios

había algo en el corazón que resaltaba y que hacía que siguieran adelante.

MDD
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OCÚPATE TÚ DE TODO…..

Qué fácil suena y que difícil poderle dejar a Dios que verdaderamente se ocupe de todo.