Recientemente en mis ratitos de oración le he estado compartiendo a Dios mis sueños y las cosas que me gustaría hacer, pero hay veces donde me pregunto ¿será que sí me está escuchando? ¡Porque no veo ningún camino, ninguna señal o algo que me diga cómo hacerle para lograrlo!
Les confieso que esto ha generado cierta desesperanza en mí en algunas ocasiones. Tengo mi llamita a todo, quiero comerme el mundo y hacer mil cosas
pero simplemente no pasa nada de lo que le pido ahorita. Y es que esta espera puede ser muy abrumadora. Podemos llegar a sentir que su silencio es un “no ahorita no joven” o que no le importa. Pero la realidad es que aunque no veamos, Él está obrando y trabajando en cada uno de esos deseos de nuestro corazón.
Vivimos en un mundo donde queremos todo para ayer, donde el “real time” nos consume y donde las comparaciones nos hacen dudar. Nos cuesta creer y confiar que algo está pasando porque no lo vemos de forma tangible en nuestras vidas. Pero les cuento un secreto (que seguro ya han escuchado)… Los tiempos de Dios son perfectos.
“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora; lo comprenderás después” – Juan 13,7
¡La espera: un tiempo para encontrarse con Él!
Y cuan cierto es esto. A veces la espera a eso que tanto queremos y le pedimos puede sentirse eterna. Le empezamos a cuestionar y le decimos ¿para cuándo? o ¿por qué no ha pasado? Pero no nos damos cuenta que este tiempo es para encontrarnos con Él, para fortalecer nuestra fe y aumentar nuestra confianza. Para recordarnos que sin su amor no podemos hacer nada.
Es en estos momentos donde debemos buscar acercarnos, conocerle y contarle aún más todos esos anhelos que hay en nuestro corazón. Porque aunque el ya los conoce, quiere escucharlo de nosotros. Y creanme que cuando sea el tiempo correcto el nos dará eso que le pedimos y mucho más.
¡Dios es fiel!
Hace poco una amiga me dijo Dios es fiel y me dejó pensando. Me pregunté ¿será que si me va a ser fiel en todo lo que le estoy pidiendo? Y entre más lo rezaba y platicaba con Jesús me di cuenta que lo único que Él quiere de nosotros es que le entreguemos nuestros sueños, que confiemos en su promesa de fidelidad y que lo dejemos a Él moldear nuestras vidas.
Muchas veces no entenderemos sus planes ni sus tiempos y es aquí donde nos toca dar un salto de fe, ponerlo todo en sus manos y creer que Él esta trabajando en todo aunque sea invisible a nuestros ojos, que nuestros sueños son también sus sueños y que aunque el camino no sea claro, Él siempre a va a ser nuestro guía.