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Aquí también se salvan almas

Pídelo tú que tienes “línea directa”

Si me dieran $1 cada que alguien me ha dicho esta frase juro que me retiro 🙂 

He pasado de todas las emociones con esto: más adolescenteme confundía mucho ¿cómo que hay gente que tiene línea directa y otros no? ¿no que Dios nos escucha a todos? ¿hay niveles en su escucha o en su Amor? 

Un poco más grande me enojaba mucho que me lo dijeran, ¿les dará flojera acercarse a Dios? claro es que seguro saben lo que implica y no quieren “todo el paquete”, la cruz y la bendición…por eso me lo piden a mí, como si yo tuviera las respuestas de un examen y ellos no quisieran estudiar y me las estuvieran pidiendo. Ambos escenarios bastante erróneos y hasta cierto punto despertando en mí sentimientos contrarios al amor.

De adolescente me confundía esa visión de Dios que podían estarme haciendo ver y pude haber caído más de una ocasión en una vanidad espiritual de sentir que “soy más” porque yo sí rezo y sigo la Voluntad de Dios en mi vida y por eso me piden oraciones.

Más grande, reprochaba que las personas quisieran una “salida fácil” o me enojaba que solo buscaran a Jesús cuando necesitaban algo, “qué convenencieros” pensaba.

Que equivocada estaba…pasó el tiempo y me di cuenta de algo: el amor de Dios es MUY atractivo y todos lo quieren pero no saben cómo. 

Todas esas personas que me buscaban para que orara por ellas, sabían cuál era la fuente del Amor, sabían que solo Él podía resolverles, consolarles o acompañarles. Y si no lo hacían o lo pedían a alguien más no era por “conchudos”, sino porque no sabían cómo hacerlo ellos ni cómo acercarse…y entonces algo se encendió en mi corazón un día…

Un día sentí la necesidad de decir, no desde el enojo sino desde el amor, “tu y yo tenemos la misma línea, solo que quizá yo la uso más seguido, pero nos escucha igual a ti y a mi, ¿te enseño?”

Cómo te vas a sentir escuchado por alguien con quien no tienes una relación, aunque déjame decirte que Él siempre te escucha, pero aquí hablamos de cómo tú lo sientas, la confianza con la que te sientas para hablarle a alguien que nunca le has hablado…es como si te dicen “mira a ese Señorpídele que te ayude a cambiar la llanta de tu coche” dirías, cómo le voy a pedir eso si ni me conoce, pídeselo tú que a ti si te conoce…¿ya te cayó el veinte?…¿Ya ves porque a veces le pedías oraciones a alguien más o porque te piden oraciones a ti?

Es verdad que cuando tienes una vida espiritual en comunión con Él esto es más sencillo y fluye de una manera más natural. Entonces mi misión se convirtió en: lograr que todo aquel que me pidiera una oración de intercesión por él/ella, supiera, o comenzara incluso, a dirigirse directo a Dios. Entonces era un “rezo CONTIGO y por ti pero rezamos juntos, tu también”. “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.” (Mt 7,7)

Y te preguntarás tú que estas leyendo esto, cuál es entonces esa formula especial para lograr esa comunión en la cualsienta y sepa que tengo “línea directa”.

Es tan sencilla que podría resultarte complicada: invítalo a tu día, todo el tiempo y en todo momento. Nada es pequeño, todo es grande si se ve como un detalle de amor de Dios.

“Gracias por esta taza de café”

“Qué hermoso amanecer Señor, gracias”

“Uff Señor esta junta se ve complicada, ocúpate tu de todo”

“Viene la hora de cena y baño de los niños, vente conmigo que voy a necesitar extra paciencia”

“¡Qué día Señor! Pesado pero estuviste conmigo”

Es así, es buscar tener una relación con quien más te ama en este mundo, quien ha dado la vida por ti y no en un sentido romántico (que también 🙂 ) sino literal. Quien te ha ganado el Cielo para vivir por siempre en la Gloria, vivir eternamente feliz, pleno y sin preocupación alguna.

El seguimiento de Jesús no es siempre fácil, nos lo ha dicho hasta el cansancio, pero sí es hermoso. No siempre te da lo que pides no porque no quiera sino porque sabe que quizá no es el mejor momento o porque te tiene algo mejor.

Esto me lo hizo entender en una situación tan sencilla de mi cotidianidad 🙂 un día una de mis hijas quería chocolate antes de dormir, querer chocolate no es algo malo ella pedía algo bueno y muy rico pero no era el momento, como niña pequeña no entendía porqué le decía que no y se enojó mucho pero yo como su mamá sabía que no le haría bien, se tardaría en dormir y descansar y le dolería el estómago. Eso ella no me lo entendía por su madurez, con todo el dolor de mi corazón no lo hice. Al día siguiente en una hora prudente se comió su chocolate que tanto ansiaba y puedo decir que hasta la vi disfrutarlo más. Dios me habló ahí y me dijo “así es como lo hago yo, yo soy tu Padre y se y quiero lo mejor para ti aunque pidas algo bueno, es que no es el momento, confía” Me cayó como agua helada y con una certeza de la confianza que debía tener en Él.

Con el tiempo creció y ya no pidió chocolate antes de dormir porque entendía porque no debía comerlo…y yo con el tiempo también entendí a pedir las cosas de otra forma y desde otro lugar, uno de confianza.

De momento no lo entendemos, pero hay que confiar en su mano amorosa y si estamos poniendo nuestra libertad y voluntad en sus manos, hay que abandonarse completos y sin reservas.

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FEVida

La dulzura del silencio

Hace unas semanas tuve la gracia de vivir mis ejercicios espirituales. Una oportunidad única para desconectarme de lo cotidiano, hacer una pausa y entregarme por completo a la oración.

Muchas veces, cuando escuchamos que son ejercicios “en silencio total”, puede darnos un poco de miedo o incluso pensar que no es algo para nosotros. Pero la realidad es que existe una belleza muy especial en el silencio.

Cuando haces silencio, tus sentidos se despiertan. Comienzas a notar los pequeños detalles: el canto de los pájaros, el viento que acaricia el rostro, la luz que entra por la ventana. Te deleitas en lo simple, pero sobre todo, entras en un estado de escucha profundo. No es un silencio vacío; es un silencio lleno de la presencia de Dios.

Esa semana se sintió un poco como cuando Jesús se retiraba a Betania a descansar con sus amigos. Días de reflexión, de descanso para el alma, de cargar el corazón para lo que viene

En ese recogimiento, experimentas algo precioso: saberse amado. Saber que no estás solo, que es Él quien sostiene, quien da la fuerza y pone los medios. Porque a Jesús lo encontramos en lo sencillo, en lo cotidiano, en el silencio. Y aunque parece contradictorio, nunca te sientes en silencio porque, en medio de ese espacio, lo estás escuchando a Él.

“Las ovejas le siguen, porque conocen su voz” (Jn 10, 4).

En medio de la turbulencia, de las agendas apretadas y los pendientes, Jesús me invitó a parar. Me invitó a dejarme encontrar por Él. Y ahí, en ese encuentro, se confirma una vez más cuánto nos ama. Nos cuida, se deleita en nuestra existencia, en nuestra simple compañía. Somos profundamente amados.

Podría escribir mucho más, porque cuando el corazón se llena, quiere desbordarse. Pero me gustaría cerrar con esto que quedó muy grabado en mí:

No tengas miedo de ir mar adentro con Jesús.

Él sabe lo que hace. Sabe cómo quiere moldear y transformar tu corazón. Confía. Déjate sorprender.