Qué fácil suena y que difícil poderle dejar a Dios que verdaderamente se ocupe de todo.
Hace 4 meses nos llegó una noticia inesperada y difícil de creer, mi esposo con 36 años y padre de 5 hijos estaba siendo diagnosticado con cáncer.
¡Qué fuerte suena la palabra! La gente a nuestro alrededor parecía comprender esto más que nosotros porque estaban tristes, preocupados e impactados.
Nosotros no, puedo decir sin temor a equivocarme, que tanto mi esposo como yo desde un inicio lo vimos todo a la luz de lo que Dios quería que viviéramos y no nos equivocamos…
Pero hablaré de mi. Al momento de saber que esto era una posibilidad claro que sentí, por unos segundos, que el corazón latía en mi garganta y tuve que salir de la habitación. Mientras caminaba sentí todo el tiempo una mezcla de incertidumbre y paz, fue algo definitivamente sobrenatural. Seguí caminando hasta que me detuvo el claxon de un coche a otro y ahí me di cuenta de que estaba en la calle fuera del hospital, fue entonces cuando dejó de latirme el corazón en la garganta y me inundó una sensación de paz y sentí un “yo estoy contigo, confía”
En ese momento yo no sabía cual sería el desenlace, cuan avanzado estaba, qué tratamiento seguía, no sabía nada y al mismo tiempo sabía que Él iba a estar conmigo, con mis hijos y con él.
Todo el tiempo que vivimos en el hospital (3 semanas aprox.) me sentí como ese pasaje de Pedro caminando en el agua. Yo no debía quitar mi mirada de Cristo y tenía que seguir caminando aunque no supiera a dónde iba el siguiente paso que daba, solo sabía que era hacia Él y de su mano así que no había mejor lugar que al que Él me estaba conduciendo.
Muchas veces dentro de las adversidades cuesta tanto levantar la mirada porque no dejamos de vernos a nosotros mismos y lo que nos está sucediendo, claro que está bien ocuparnos de lo que debemos de hacer en una situación que queremos que se resuelva, pero muchas veces nos quedamos solo en eso.
“Ocúpate tú de todo” es la oración de abandono más hermosa que podemos hacerle a Dios, es dejarlo ser Dios en tu vida, es confiar en que Aquel que más te ama se va a encargar de que lo que preocupa a tu corazón.
Entró el Dr. a explicarnos los pasos a seguir y fue un bálsamo para mi alma, claro que humanamente había que lidiar con dinámicas de los 5 niños, la casa, mi trabajo, la familia extendida, etc… pero en ese momento mi corazón sintió un “él va a estar bien”. Era un cáncer detectado, gracias a una neumonía, a muy temprana etapa y que con una cirugía se iría del cuerpo de Alejandro para siempre.
Yo nunca deje de repetirle “Ocúpate tu de todo”, muchas veces con una sonrisa porque sabía que ya estaba en ello. Durante todo ese tiempo viví sostenida por su gracia y las oraciones de muchas personas por nosotros.
Era Cuaresma, apenas iba a comenzar la Semana Santa y yo ya estaba viviéndola esos días previos a la cirugía. Mi corazón decía “aparta de mi este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”, agradecí lo que estaba viviendo porque estaba permitiéndome experimentar el abandono absoluto casi como el que Jesús vivió ese Jueves Santo por la noche.
Lloré en dos ocasiones: una cuando Alex y yo supimos que con una cirugía se iría el cáncer y lloramos juntos y esa mañana de la cirugía que justo fue un jueves 21 de marzo 2024.
De Getsemaní, pasando por muy poco de la Pasión al verlo saliendo en terapia intensiva (pero estable) a la Resurrección. Ahí, cuando despertó y me vio volví a llorar desconsoladamente agradecida con Dios por haberse ocupado de todo.
No tengas miedo de dejar todo en sus manos, de tomar todo lo que hay en tu corazón y descansarlo en Él. De confiar que, no es que todo vaya a salir quizá como tu lo quieres, pero que sí va a salir como es mejor para ti, y lo más importante Él NUNCA va a dejarte solo.
-María Hermida