Limosna se conoce como dar dinero o un bien a alguien, esta palabra me suele incomodar, me recuerda la injusticia, la pobreza y el hambre que existe, y ver la miseria no es fácil; es por eso por lo que muchas veces he convertido este acto de “dar limosna” en algo rutinario. Para mí dar limosna solía traducirse en las monedas que dejo caer en la canasta durante el ofertorio, o las que le doy al señor que me pide en el semáforo. Pero, ¿realmente he reflexionado la importancia de este acto? Chance y estás igual que yo y si es tu caso, pidámosle al Espíritu Santo que nos mueva el corazón ya que la cuaresma es época de conversión.
La cuaresma nos lleva al desierto, el cual vemos en la Biblia que es un lugar de encuentro, el acto que nos lleva a convertirnos. Recordemos que encuentro es cuando dos personas se topan y ninguna vuelve a ser igual, por eso ir espiritualmente al desierto con Jesús nos cambia. Sin embargo, el encuentro en el desierto suele ser incómodo nos topamos con la sequedad, el hambre la sed. Por lo que la cuaresma nos lleva a encuentros retadores que nos implican salirnos de nuestra “comfort zone” espiritual.
En este caso, nos toca toparnos con la incomodidad de la miseria. Vivimos en una sociedad llena de carencias, llena de pobrezas; lugar por donde caminemos, lugar donde nos topamos con gente en pobreza tanto espiritual como material. Existe un sin fin de personas que no tienen dinero para comer, para pagar sus alimentos, para tener un techo, para taparse del frío. Personas sin sentido de vida, con ausencia de amor y completamente heridas. Es incómodo pensar en la necesidad de todas esas personas. Pero silenciar la incomodidad o negar que existen estas realidades no es una solución, porque a través de sentir y ver esta realidad se puede transformar nuestro corazón; si te indigna, sabes que no debería de ser así.
Sé que es una incomodidad que duele, porque como personas tendemos a la empatia y el dolor ajeno nos duele. Ver tanta miseria nos puede generar desesperanza y frustración y es verdad que nosotros no acabaremos con el hambre, la pobreza y la enfermedad, pero Dios como Padre bueno sí nos da una herramienta para contribuir a apaciguar estos males, y es la limosna, ya que es la respuesta de Dios ante la miseria. La palabra griega “eleemosyne” proviene de “éleos”, que quiere decir compasión y misericordia, inicialmente indicaba la actitud del hombre misericordioso y, luego, todas las obras de caridad hacia los necesitados. (1979, Juan Pablo II). El que da limosna ama, deja que su corazón se rija por el amor.
Pero, ¿cómo debemos de dar limosna? ¿Basta con las moneditas? San Agustin dice “Si ex/endes la mano para dar, pero no /enes misericordia en el corazón, no has hecho nada, en cambio, si /enes misericordia en el corazón, aun cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios acepta tu limosna” (Enarrat. in Ps. CXXV, 5). Para dar limosna hay que ser misericordioso y para ser misericordioso debemos ser capaces de reconocer la miseria. La cual no solo se manifiesta en el hambre, o en la falta de recursos, sino que también se ve en la ausencia de sentido de vida, en la ausencia de amor. Como les mencionaba anteriormente, es toparnos con la realidad incómoda.
Una vez que logramos toparnos con esa necesidad, entra el momento de ponernos en acción y dar un bien, un bien que sea realmente de ayuda al otro. Es decir, que las monedas no bastan. Busca responder realmente a la necesidad del que este enfrente de ti. Recordemos en el pasaje la viuda que deja todo lo que tenía y Jesús dice: “Esta viuda… echó todo lo que tenía
para el sustento” (Lc 21, 3-4) y promete que Dios la recompensará. Es di^cil dar lo que no nos sobra, pero recuerda que confias en un Padre providente que nunca te dejara de dar lo esencial; así que anímate y da más.
Ahora, otro elemento importante de dar limosna no es solo el que provenga de la misericordia y que sea generosa, sino también que sea secreta: “Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 3). La limosna debe ser no para subir el ego, debe venir de un don total de sí mismo hacia el otro. Recordemos que el amor es gratuito y si exiges un beneficio a cambio de tu acto, el cual puede ser el comentario de “qué bueno es” está perdiendo que haya sido por amor.
La limosna es una invitación mega cool de Jesús para transformar el corazón y amar al otro. El individualismo será tu mayor tentación y te llevara a velar por tu propio bien o únicamente reconocer tus necesidades, sin embargo, en cuaresma, como dije, es momento de encuentro y conversión. No tengas miedo de toparte con el dolor y sufrimiento del que esta alado tuyo. ya que es oportunidad de ser el buen samaritano, de ser otro Cristo. Recordemos que el amor es la esencia del cristianismo, y por eso Jesús nos invita en la cuaresma a la conversión para crecer en el amor. Da limosna para abrir tu corazón a amar más al prójimo y deja que la miseria te incomode; pídele al Espíritu Santo que te ilumine y te de la gracia para responder a la necesidad de tu hermano.