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Apóstoles

“Ora y trabaja”

“Ora y trabaja” S. Benito

Este mes de julio ha sido especial para mí. Un 11 de julio de 2016 (día de San Benito), Dios me regaló una invitación a un lugar y a una entrega muy especial. Hace 5 años llegué al Plan 2040 para ser parte de un sueño grandote, un sueño para toda una comunidad y un sueño que hasta hoy creo que no somos capaces de dimensionar pues es un sueño de cara a la eternidad y en lo personal de cara a mi propia plenitud.

Tal vez esta parte del camino que Dios ha ido trazando no muchos la conocen, pero desde más joven tuve el anhelo de emprender un proyecto que diera continuación al esfuerzo de tantos misioneros que año con año visitan las comunidades más necesitadas, y Dios me permitió impulsado por amigos, por mi responsable de Reino y sobre todo por quien ha sido mi director espiritual durante más de 10 años emprender un apostolado para dar continuación a las misiones en algunas comunidades que se llamaba “Eco en la Eternidad”, hoy este apostolado continúa . Pero no era suficiente, sabía que Dios me invitaba a más y después de 1 año como colaborador del Regnum Christi en Monterrey confirmé que ese anhelo que había en mi corazón se unía directamente con el sueño de Dios, pues era también su anhelo para mi propia vida y que nada en mi vida era por casualidad, sino porque Dios quiere obrar en cada uno de nosotros, siempre y cuando se lo permitamos.

Hace poco hacía la reflexión sobre cómo un porcentaje mínimo dentro del porcentaje mínimo que tenemos el privilegio de estudiar estudios profesionales somos capaces muchas veces de escoger nuestro propio camino y de preguntarnos por encima de los intereses sociales, de la presión y de la parte económica que hoy nos agobia como sociedad ¿cuál es verdaderamente mi llamado? ¿cuál es ese anhelo en mi corazón que se une directamente al sueño de Dios para mí? ¿Cuál es ese camino de santidad? En mi caso, doy gracias a Dios pues siempre he dicho que Dios me ha consentido y ha puesto las condiciones y sobre todo a las personas por las cuales yo hoy puedo saberme parte de ese porcentaje e invitar a más gente a que ese porcentaje sea cada vez más grande, pues ¿no estamos todos llamados a ser hijos consentidos de Dios?

En el 2016 teníamos algunas cosas claras: 1. Que este Plan nos trascendía, pues era un plan de Dios. 2. Que tenía que ser un plan de largo plazo. 3. Que el enfoque era desde las nuevas generaciones. 4. Que nuestra metodología se resumiría en acompañar de manera constante a las personas desde su nacimiento y durante 23 años, pues como me gusta a mi resumir el Plan 2040, nuestro trabajo es no sólo ofrecer mejores oportunidades, sino apoyar y acompañar para que seamos capaces de aprovechar esas mejores oportunidades y entonces convertirnos en una comunidad de personas plenamente realizadas.

Tengo grabado en mi mente y sobre todo en mi corazón el momento de la primera visita que hicimos a una familia de las nuevas generaciones, una pareja muy joven, ella de unos 16 años y el de unos 18, con una situación económica apremiante e incluso con la particularidad de que el papá de este niño no tenía registro civil, todas las condiciones que podrían ser como en tantas familias, las condiciones por las cuales no se puede soñar en grande. Tengo que aceptar que cuando yo llegué a este trabajo creía tener fe, pero el hecho de que Dios me permita ser sensible y vivir una probadita de su misericordia en mi trabajo me hace saber que no sólo es cuestión de creer que tengo fe, sino de que mi más grande aprendizaje en estos 5

años sea que LA FE BASTA, sabiendo que cuando la fe es lo más importante en una persona tenemos que ser capaces de renunciar al fruto, a algunos nos toca o nos tocará a veces arar la tierra, a otros sembrar la semilla y a otros recoger el fruto, pero si algo he aprendido es que este trabajo en unidad es pensando siempre en la misión y no en la magnitud del fruto y mucho menos en saber si a nosotros nos tocará recoger ese fruto.

Dios se sirve de nosotros, eso me ha quedado más que claro, pues lo único que he intentado seguir haciendo durante estos 5 años es ser fiel y tener fe. A mis 23 años yo sé que no sabía mucho y mucho menos del área profesional, pero bastó con fe y claro de un grupo de formadores y el apoyo de la gente que quiero para que estos 5 años pudieran suceder.

Me acuerdo de que cuando definíamos la misión del Plan 2040 hablábamos de transformar a las nuevas generaciones, transformar a la comunidad y hace poco nos llegaba la luz de que nosotros no somos quienes transformamos, nosotros apoyamos en esa transformación, pero en realidad el sueño es todos “transformarnos en una comunidad de personas plenamente realizadas” ¿no es ese el sueño de Dios para la humanidad?

Obviamente han sido 5 años de muchos retos tanto profesionales, pero sobre todo personales, Dios se sirve incluso de nuestra profesión para moldearnos y claro, de nuestra imperfección, si nosotros se lo permitimos. Dios quiere en todo momento cuidarnos, apapacharnos y amarnos sin medida. En estos 5 años ha habido retos para mantenerme físicamente, para mantener mis relaciones personales y familiares, para incluso encontrarme conmigo mismo, conocerme y aceptarme. No ha sido un camino fácil pero siempre cuidado y consentido por Dios a través de tantas personas con las que día con día me sigo encontrando en este camino al cielo e intentando recordar que la recompensa no es en esta vida y seguir haciendo puntos para el cielo.

Quiero como he aprendido en estos 5 años no tener miedo de poner a Dios al centro de mi vida, de mi familia y de ser verdaderamente ese soldado acompañado de otros soldados también dispuestos a estar en la primera fila, bien uniformados con vida de gracia y oración para enfrentar lo que venga y sobre todo para dejarnos transformar por Su Amor. Hoy le pido a Dios la fuerza todos los días para no anteponerme a Él, quiero seguirme encontrando con Él cada día y dejarlo transformar mi corazón y seguirlo por el camino al cielo.

No me queda más que decir gracias primero a Dios porque no puedo concebir cómo no se deja ganar en generosidad y cómo no para nunca de ser el Papá más detallista con cada uno de nosotros. Gracias a mi familia, pues este salto de fe no ha sido fácil tampoco para ellos, pero nunca han parado de apoyarme como todos en nuestras familias estamos llamados a amar sin medida, gracias a quienes hasta hoy han confiado en mí, a la familia administradora de esta obra, a mis jefes que han sido unos hermanos mayores, siempre disponibles y por supuesto a todas las personas con las que he vivido estos 5 años de gracias interminables.

Gracias siempre a mis formadores, sacerdotes, consagrados, consagradas, responsables y claro a mis amigos que siempre me han apoyado en lo que a ojos del mundo parece una locura, pero a ojos de Dios es una probadita de eternidad. Gracias a cada uno de ustedes pues como la mayoría de ustedes me ha dicho “este es mi mero mole” y estoy, sin duda, en donde debería de estar.

P.R.C.A.G.D

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